jueves, 16 de julio de 2015

Cuando me aburro invento otra película… es que tengo poca concentración

Hace unos días hablaba de lo complicado de ir a cine en los 80's: la silletería no era numerada —así que uno debía llegar un par de horas antes de la función—; la oferta de películas era mínima —no proyectaban más de dos películas al mes—; y las filas solían darle la vuelta al centro comercial —eran más largas que las colas en Transmilenio—.

Y a eso súmele la experiencia por la que teníamos que pasar algunos… IR A CINE SOLO:

Ustedes no se imaginan lo traumático que es para un niño de 12 años ir a verse una película como "El Rey León" en solitario. No solamente me tocó un puesto incómodo —porque así uno llegara temprano, los que iban emparejados hacían dos filas al tiempo: el uno iba a la cola de las boletas, y la otra a la cola de ingreso—, sino que tuve que ver como moría Mufasa sin contar con el apoyo moral de alguien más; con el agravante de que terminé con tortícolis.


Aunque el plan de cine es mi favorito —y ahora siempre voy acompañado—, eso no quiere decir que el proceso se haya convertido en un paraíso. Hoy en día pasan tantas películas, que por lo general la mitad son malas. La estructura del negocio cambió tanto, que lo que les da más plata a los Multiplex no es la proyección de películas, sino la venta de comida en la confitería —y por ende la gente parece que va es a comer y no a cine— . Y finalmente, la cultura del Colombiano en cine a veces deja mucho que desear.

Permítame desglosar la aventura de ver películas en la actualidad, parte por parte:


LA FILA:

Está la pareja que empieza a decidir qué película va a ver, cuando ya ha llegado a la taquilla: —Gordo, llame a Danielita, a ver si sí se quiere ver esa.

Está la pareja que usa 4 medios de pago distintos para cancelar las tarjetas: —Yo pago una boleta con puntos, la otra con lo que queda de saldo y estos dos mil pesitos, y la tercera con la tarjeta de crédito.

Está la pareja a la que no le gusta nada: —Ay no, esa no, que es subtitulada y toca leer, que pereza. —Ay no, esa no, que nos toca muy cerca. —Ay no, esa no, que yo la quiero ver es en 3D.


LA CONFITERÍA:

Cuando pienso que en un supermercado la libra de maíz pira vale 3.000 pesos, y 3 litros de Gaseosa valen 4.000 pesos, me parece que es un atraco que en la confitería cobren 11.000 pesos por un balde de crispetas, y 5.000 pesos por el vaso de gaseosa. He dicho.


LA UBICADA:

Pese a que la numeración de las sillas es lo más simple del mundo, siempre hay un par de despistados que no logran ubicarse en su asiento, y aparte de todo pelean cuando uno se queja. Y si no es eso, es el grupo que llega tarde y hace toda la bulla del mundo posible, aunque ya haya iniciado la proyección.

LOS TRAILERS:


A mí me encantan los cortos. Pero cuando son 20 minutos de trailers intercalados con comerciales a todo volumen, y siempre repiten el mismo, uno se harta —o si no dígame cuantas veces tuvo que ver el corto de la "La familia Bélier"—.


EL CORTOMETRAJE:

Es sencillo. El cortometraje no lo exhiben por bueno, sino porque exhibirlo es un compromiso que tienen las empresas con el gobierno —es como pasar el Himno Nacional a las 6 de la tarde—. Así que por lo general, el cortometraje no le gusta ni a la mamá del que lo filmó —con excepción del corto de los Abuelitos y la cámara, que me parece una belleza—.



LA PELÍCULA:

Ahí empieza lo bueno. A mi casi todas las películas me gustan, y siendo honestos, no me ha tocado vivir muchos inconvenientes durante las proyecciones —considerando que veo alrededor 30 películas por año en cine—. Pero siempre hay anécdotas por recordar:

El borracho en el estreno de Terminator 3. Sí. Había un borracho en el público, e hizo tanta bulla que a los quince minutos de empezar, entraron dos acomodadores y lo sacaron. Como nota aclaratoria: era un sábado a las 11 am.  No entiendo cómo está uno borracho a esa hora, y en cine.

La falla en Star Wars Episodio III. En medio del combate inicial —una de las escenas más impresionantes—, la proyección se paró. Afortunadamente, la volvieron a poner desde el principio.

Ver "Gohatto". Entramos a verla porque según los posters parecía una adaptación de una serie de manga —con peleas, espadas, y encarnada por actores reales—. Pero no. Imagine ver una versión de 50 sombras de Grey, representada por Samurais, todos hombres, y en japonés. Lo peor es que fuimos con otros 10 compañeros de la universidad. Al menos no fuimos con nuestros papás. 


EL FINAL:

Para cerrar los dejo con un fan art de la película "Mi pobre angelito" que encontré en internet —9gag para ser exactos—, y un argumento —traducido del inglés— cortesía del usuario "iamslavojzizek". Lástima que sea sólo una broma, porque me encantó la idea.


"MI POBRE ANGELITO: CAMINO AL PERDÓN"

Un Macaulay Culkin entrado en desgracia, es rastreado por Joe Pesci y Daniel Stern, quienes han salido recientemente de la carcel, y buscan redimirse y hacer las cosas bien. 

Poco saben ellos que Culkin se encuentra involucrado con malas compañías, y ahora el trío se encuentra atrapado en una vivienda abandonada, emplazada en el medio oeste, tratando de defenderse de los mafiosos que quieren cobrar la deuda de Culkin. ¡Ahora ellos tienen que trabajar juntos, y usar las trampas de la destartalada casa, por última vez! ¡Próximamente, en cines cerca de usted!

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